Gran parte del 2024 la dediqué a organizar las fuentes—también llamadas evidencia—para mi tesis doctoral, recopiladas hasta ese momento. Como muchos ya saben, mi investigación se basa en una reconstrucción histórica a partir del intercambio epistolar, con el objetivo de identificar y reconstruir las trayectorias profesionales y personales de tres compositores chilenos exiliados en Europa durante la segunda mitad del siglo XX. Hasta ahora, he logrado recopilar más de un centenar de documentos gracias a diversas bibliotecas, archivos y, en especial, a la documentación personal de Gabriel Brnčić y su esposa Teresa, quienes residen en Barcelona. Durante mi estancia de investigación, financiada por una beca ERASMUS+ de la Universidad de Colonia, tuve la oportunidad de visitarlos y revisar los documentos que han conservado en su hogar.

En una de las muchas revisiones de las cartas que hice, decidí realizar una nueva búsqueda en línea para ver si podía encontrar más material o si había pasado por alto alguna página. Fue entonces cuando descubrí que había información en el catálogo digital de la Fundación Paul Sacher. Después de una breve búsqueda y un intercambio de correos con el personal de la fundación para corroborar la información, confirmé que no facilitarían material digital. Ante esto, mi esposo y yo decidimos realizar una breve visita al archivo en Basilea, Suiza, ya que teníamos planeado viajar al sur de Alemania en octubre. Desde Oberstdorf, cruzar la frontera hacia Suiza fue bastante sencillo, y el viaje completo tomó aproximadamente 3 horas y 45 minutos. La fundación está ubicada en el centro de Basilea, en la plaza de la catedral. Al llegar, nos recibieron amablemente y nos explicaron el funcionamiento de la institución, haciendo especial énfasis en la obligación de salir del edificio durante la pausa del almuerzo a las 12:00. También nos detallaron los protocolos que debíamos seguir para examinar el material de las colecciones especiales, ubicado en el primer subterráneo del edificio. La fundación cuenta con una biblioteca principal, diferentes salas de lectura, oficinas, depósitos y un almacén especial climatizado donde se conservan los documentos originales.



Pero, ¿quién fue realmente Paul Sacher? Me lo pregunté durante toda la visita, pues hasta ese momento sabía poco sobre él. Sacher fue un director de orquesta y musicólogo suizo, nacido y fallecido en Basilea (1906–1999). Aunque a lo largo de su vida fundó la Basler Kammerorchester (Orquesta de Cámara de Basilea) en 1926, el Conjunto de Cámara de Zúrich y, más adelante, la Schweizerisches Kammerorchester (Orquesta Suiza de Cámara), es principalmente recordado por su gran influencia como mecenas, ya que encargó numerosas obras a compositores de su época. Proveniente de una familia modesta, su vida cambió al casarse con Maja Hoffmann-Stehlin, viuda de Emanuel Hoffmann, hijo de Fritz Hoffmann, fundador de la farmacéutica Roche, hoy reconocida mundialmente. Emanuel Hoffmann murió en un accidente de tráfico, dejando a Maja al frente de la compañía. Al contraer matrimonio con ella, quien además de ser filántropa era escultora y coleccionista de arte, Sacher tuvo acceso a la administración de Roche. Con el tiempo, llegó a ocupar una posición mayoritaria en la empresa, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. El alto rango que Sacher alcanzó dentro de Roche facilitó su papel como mecenas, y dentro de su círculo de amigos se encontraban compositores clave del siglo XX. Al entrar al edificio de la fundación, un retrato en la sala principal captó mi atención: los colores y pinceladas me resultaban familiares. Al acercarme, pude ver que se trataba de un retrato de Maja Sacher, pintado por nada menos que Andy Warhol. Aunque en ese momento aún sabía poco sobre la vida privada de los Sacher, la presencia de aquel cuadro me hizo dimensionar la importancia de esta familia en la Europa occidental del siglo pasado.
1. Fritz Hoffmann-La Roche, fundador de la farmacéutica Roche, https://www.roche.es/sobre-roche/historia-roche
2. Paul Sacher, https://www.paul-sacher-stiftung.ch/en/about-us/paul-sacher.html
3. Maja Sacher de Andy Warhol, 1980, Fundación Paul Sacher.
En 1973, Paul Sacher creó una fundación con el propósito de conservar su biblioteca musical, pero al poco tiempo esta se expandió con las partituras y manuscritos que fue adquiriendo a lo largo de su vida. Su enorme fortuna gracias a la farmacéutica Roche le permitió dedicarse plenamente a la música y explorar diversas actividades artísticas y de mecenazgo, las cuales llevó a cabo de manera intensa, sin abandonar su labor como director de orquesta. Sacher encargó obras a compositores contemporáneos y se dedicó a interpretarlas con su orquesta, además de presentarlas en giras de conciertos y difundirlas a través de grabaciones y emisiones de radio. Al bajar las escaleras y antes de llegar a la sala principal de la fundación, me encontré con una mesa de cristal donde se conservaban manuscritos. Al acercarme, noté que había cartas de Pierre Boulez, Peter Eötvös y Karlheinz Stockhausen, así como el manuscrito original de la Sonata en sol menor de Frank Martin. No es de extrañar, ya que Sacher encargó obras a muchos de los compositores más relevantes del siglo XX, entre ellos Paul Hindemith, Béla Bartók, Luciano Berio, Benjamin Britten y, por supuesto, Igor Stravinsky. La relación entre Sacher y Stravinsky comenzó como una colaboración profesional y evolucionó en una amistad. No es casualidad que en 1983 la fundación adquiriera todo el patrimonio de Stravinsky, un acontecimiento que hizo que la colección de Sacher se expandiera y se consolidara como uno de los centros europeos más importantes para el estudio de la música del siglo XX.

Como mencioné anteriormente, la fundación se encuentra en una casa antigua en el casco histórico de Basilea. Aunque el edificio conserva su estructura original, su interior es minimalista y funcional, con un diseño representativo de la arquitectura del siglo XX. Las escaleras de metal conducen a un amplio foyer con un techo de vidrio y un piano de cola, un espacio que refleja ese estilo sobrio y práctico tan característico de la arquitectura europea. La sala de lectura principal está en la planta inferior, donde se encuentra la mayor parte del material, mientras que los archivos que necesitaba revisar estaban en el subterráneo. Al llegar, todo estaba preparado y nos asignaron una mesa para trabajar. El sistema de organización de la fundación resultó ser eficiente, ya que los documentos eran fáciles de localizar y estaban en excelentes condiciones. Debido a la cantidad de material que debía transcribir y el tiempo limitado para trabajar en el archivo, mi esposo me ayudó con las cartas escritas a máquina, que eran más fáciles de descifrar para alguien cuya lengua materna no es el español. Yo, en cambio, me encargué de las más complejas, generalmente manuscritas o aquellas cuyo papel presentaba desgaste.
Algunas fotos de la Fundación Paul Sacher tomadas el día 4 de octubre de 2024.
Mientras transcribíamos los documentos a gran velocidad, intentando minimizar el riesgo de cometer errores porque no podíamos ni siquiera sacarle una foto a los documentos, no podía dejar de preguntarme por qué todavía hay bibliotecas y archivos que no han digitalizado su material. A lo largo de estos años dedicados a mi doctorado y a la investigación en archivos históricos de distintos niveles, la falta de material digitalizado ha sido la mayor dificultad con la que me he encontrado. Pensaría que, después de haber atravesado una pandemia y haber experimentado el trabajo, la educación y la socialización en entornos digitales, las instituciones académicas habrían abrazado completamente la digitalización y las ventajas que esta ofrece para la difusión de material valioso. Sin embargo, al menos en Europa Central y Chile, esto no ha sido así. Cada vez que he contactado a una biblioteca para solicitar material, la respuesta suele ser que debo acudir personalmente a consultarlo en alguna de sus secciones. En algunos casos, incluso los propios bibliotecarios desconocen qué documentos contienen las cajas de archivo. A pesar de insistir en que soy una investigadora residente en Alemania, muchos archivos ni siquiera ofrecen la posibilidad de escanear el material. Hoy en día existen múltiples formas de digitalizar documentos y, de hecho, ni siquiera es necesario contar con equipos sofisticados para hacerlo. Mientras transcribía e intentaba no pensar en todo el trabajo que me habría ahorrado si las cartas estuvieran digitalizadas, observé que, en la mesa de al lado, una colega musicóloga copiaba manualmente una partitura orquestal de gran formato, esforzándose por reproducirla con la mayor precisión posible para su investigación. De alguna manera, esto me hizo apreciar lo fácil que era mi tarea en comparación con la suya.


Este es el folleto de la fundación, que recibimos al llegar. En su interior se pueden leer las condiciones de uso del material dentro del edificio, con un fuerte énfasis en la prohibición de escanear, hacer copias o fotografiarlo. En la esquina superior derecha hay una imagen del manuscrito de Stravinsky de su célebre Le Sacre du printemps, p. 16 (La consagración de la primavera).
En 1996, la revista Forbes ubicó a Paul Sacher como el tercer hombre más rico del mundo, en una lista encabezada por Bill Gates.[1] Más allá de su fortuna, es fundamental reconocer su labor como benefactor de las artes, ya que patrocinó a numerosos compositores de su época. La promoción y difusión de las obras que encargó reflejan su profunda pasión por la música nueva. Visitar el archivo en Basilea fue una experiencia invaluable y representó un gran avance para mi investigación. Sin embargo, la falta de digitalización del archivo en pleno siglo XXI resulta contradictoria con la visión de Sacher, un hombre adelantado a su tiempo que supo valorar la música contemporánea cuando no todos lo hacían. En su momento, la adquisición de tantos manuscritos pudo haber representado una gran inversión para él; sin embargo, decidió hacerla, y con el tiempo, estos documentos solo han aumentado su valor.
La Fundación Paul Sacher, considerada hoy uno de los centros más importantes para el estudio de la música de los siglos XX y XXI, al igual que muchas otras instituciones que albergan grandes archivos, debería adaptarse a los tiempos y replantearse el concepto de archivo en la era digital. Me resulta difícil comprender por qué algunas instituciones optan por no digitalizar su material. Probablemente lo hagan con la intención de preservarlos o de evitar problemas legales importantes. Sin embargo, en mi opinión, estos documentos estarían mejor protegidos si fueran accesibles digitalmente, permitiendo que solo un pequeño grupo de personas que realmente los necesiten pueda consultarlos y manipularlos en persona. Aunque, honestamente, pienso que esto también se debe a la enorme cantidad de trabajo que implica escanear un documento hoja por hoja. Independientemente de las razones, es innegable que, en el contexto actual, mantener una mentalidad propia de una biblioteca del siglo pasado no está a la altura de los estándares internacionales, especialmente si lo comparamos con grandes archivos en Estados Unidos, que cuentan con catálogos digitales impresionantes. Incluso, en algunos casos, cuando el material no está digitalizado, estas instituciones ofrecen escanearlo y enviarlo, mientras que la respuesta más común en bibliotecas europeas o en la misma Biblioteca Nacional de Chile es: “tiene que venir usted a mirar qué tenemos”. Hasta ahora, la respuesta más insólita que he recibido fue de una de las encargadas de un archivo en Madrid, quien me dijo: “tenemos una caja con material que podría servirle, pero no sabemos exactamente qué hay”. Sin duda, la digitalización es un recurso que damos por sentado en nuestra época, pero en muchas áreas aún queda un largo camino por recorrer.
[1] https://www.latimes.com/archives/la-xpm-1996-07-01-fi-20274-story.html
Referencias:
- “Paul Sacher era a finales de los 90 uno de los hombres más ricos del mundo. Su profesión: director de orquesta”, https://www.xataka.com/magnet/genio-tecnologico-magnate-petroleo-a-finales-90-uno-hombres-ricos-era-director-orquesta
- “Paul Sacher”, https://www.theguardian.com/news/1999/may/27/guardianobituaries
- Paul Sacher Stiftung, Archiv und Forschungszentrum für die Musik des 20. und 21. Jahrhunderts, https://www.paul-sacher-stiftung.ch/home.html











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