
Xavier Serrà es el director del MTG, el Music Technology Group de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona, lugar donde estuve trabajando durante el pasado semestre de invierno. Desde que lo conocí, me pareció una persona súper interesante, no solo por su impresionante currículum y por haber realizado su doctorado en la Universidad de Stanford, sino también por los muchos proyectos que lidera en la universidad. Cuando le comenté a Xavier sobre la posibilidad de hacer una entrevista, no dudó en ningún momento; es más, agendamos la cita para el día siguiente. Desde el comienzo, la conversación fue muy amena y pudimos recorrer prácticamente la mayor parte de su vida profesional. Espero que disfruten leyéndola tanto como yo disfruté haciéndola.
Cuéntame un poco sobre ti y tu vida académica. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
Empecé estudiando música en el conservatorio, pero en aquella época también la familia ‘apretaba’, ¿para qué dedicarse a la música? Entonces hice también una carrera de biología a la vez. A raíz de esto, descubrí mi interés en mezclar ciencia y música desde el primer momento. Estuve haciendo clases en el Conservatorio de cosas distintas e hice unos cursos también. Mi primer profesor de temas relacionados con composición musical fue Gabriel Brncic. Ese fue mi primer contacto con la música electroacústica y con el pensamiento contemporáneo de la música. Esto fue, digamos, clarificando mi interés por estudiar cosas que relacionaban tecnología y música. Estamos hablando de los años 70… los primeros ordenadores que había en Barcelona estaban en la universidad y podíamos acceder con tarjetas perforadas. Y aquí empecé a hacer cosas de música y ordenador. Estaba claro que en España no había ningún sitio en donde estudiar este tipo de cosas y entonces conseguí una beca para ir a Estados Unidos. Hice un máster en música primero en la Universidad de Florida y después hice el doctorado en Stanford y cada vez era más especializado en temas de tecnología musical y más de procesado de señal, cada vez más ingeniería. Y entonces, acabé el doctorado ahí, trabajé en Yamaha en investigación y tenía ganas de volver. Entonces conseguí unas becas para volver a España y me incorporé a Phonos. Ya en España seguía sin hacer muchas cosas, pero había más posibilidades. Era el comienzo de los años 90, estaban las olimpiadas y se estaban abriendo muchas cosas, entre ellas la Universidad Pompeu Fabra y el Conservatorio (ESMUC). Entonces hubo posibilidades de intentar encontrar conexiones y conseguir una plaza en la Pompeu Fabra como profesor.
Has tenido una carrera súper interdisciplinar, desde la música a la biología y tecnologías, aunque la música siempre ha sido el conector entre todas las otras disciplinas, ¿no?
Sí, sí.
Por ahí leí también que conociste a Steve Jobs…
Sí, bueno, cuando acabé el doctorado hubo una posibilidad de trabajar con él en su empresa NeXT Computer, Inc. (posteriormente llamada NeXT Software, Inc.). Cuando él creó esta empresa, que fue el primer ordenador musical de alguna manera, lo hizo con bastantes de los investigadores de donde trabajaba yo. Había un equipo que desarrollaba pues el chip de procesado de síntesis en el ordenador […], pero en lugar de ir allí, me fui a trabajar a Yamaha.
¿Te interesaba más la propuesta de Yamaha?
Sí, Yamaha era más musical. Me sentía más cómodo.
Entonces, desde tu bachelor en biología, ¿siempre tuviste intención de hacer algo con la tecnología, o eso surgió después?
Desde un primer momento, digamos. Primero estaba la ciencia de la manera más genérica y, por ejemplo, estudiaba yo temas de comportamiento animal y el sonido relacionado con el estatus que tenían los animales en una colonia y hacíamos trabajo estadístico y cosas de ese estilo –a todo esto, yo tenía 14 años, ¿eh? [ríe]–. Pero tan pronto pude ver que en aquellos años empezaron a salir los primeros libros de temas de composición algorítmica con compositores como Xenakis y Sweet… estaba claro que era el inicio de la informática y el inicio del uso de métodos computacionales en distintos aspectos de la de la creación.
Cuéntame ahora, ¿qué es el MTG y qué hace?
El MTG es un grupo de investigación en los ámbitos más de ingeniería. Hay mucho trabajo colaborativo, por ende, hay necesidad de trabajar con otra gente. Cuando me incorporé a la Pompeu Fabra estaba yo solo y de una manera natural fue necesario crear un grupo, conseguir recursos, conseguir dinero para poder pagar a estudiantes de doctorado, estudiantes de grado e ir pudiendo armar, digamos, un equipo y tener proyectos en colaboración con empresas, con financiación pública, para ir avanzando un poco en la idea de desarrollar tecnologías que fueran útiles para los distintos ámbitos de la música. Esto ha cambiado mucho. Primero estaba enfocado únicamente en crear sintetizadores para la tecnología musical, ya que, cuando yo empecé, esta implicaba hacer un sintetizador. Ahora no. Por tanto, a lo largo de los años, el uso de la tecnología y de la informática en particular ha ido abarcando temas mucho más diversos. Y ahora, la parte de síntesis, que era original, seguramente es de las menos trabajadas.
¿Qué es lo que más se trabaja?
Ahora es todo relacionado evidentemente con la inteligencia artificial. El gran desarrollo que ha habido ha sido de dar soporte a todo el sector de la distribución de la música, de los sistemas de streaming, Spotify, etc. Por tanto, tecnologías que ayuden a organizar, a catalogar, a recomendar música y que den soporte a las empresas que gestionan los derechos y que gestionan los contenidos y que los difunden online.

La siguiente pregunta va un poco ligado a esta respuesta, ¿cuáles son las oportunidades laborales de los estudiantes que vienen acá?
Ahora es muy grande porque realmente estos sectores han crecido mucho. Hay muchas empresas que antes eran las empresas que hacían sintetizadores y eran unas pocas. Estaba Yamaha en Japón, había algunas en Estados Unidos y por tanto era un sector bastante pequeño y de estas empresas ahora es infinito y desde todas, desde Google, Amazon, todas tienen grupos de desarrolladores e investigadores que tienen que ver con música. Además, está claro que siguen existiendo también las tradicionales y de audio tradicional. Pero nuestro ámbito es este sector de las tecnologías de la información de sistemas web y de sistemas de gestión de contenidos musicales online.
El MTG hace una labor tremenda y súper relevante para nuestros tiempos. Sin embargo, me parece que, en muchas otras partes del mundo, la música y la musicología siguen siendo tratadas como disciplinas con mucha tradición. Los conservatorios aún son muy tradicionales y estrictos y la musicología no da mucha cabida a la creatividad –hablo en parte desde mi propia experiencia–. ¿Cómo ves tu esto y qué se podría hacer para qué las instituciones educativas tomen conciencia sobre la importancia de la tecnología y la innovación en la música y en el estudio de esta?
A ver, un ejemplo. Yo cuando regresé a España tenía varias posibilidades laborales. Una de las posibilidades fue que me incorporé y ayudé a crear el conservatorio. Por tanto, aquello hubiera sido incorporarme a la tradición musical y desde dentro hacer algo. Otra posibilidad fue la Universidad Pompeu Fabra, una universidad nueva que tenía ganas de abrir nuevos ámbitos. Está claro que opté por la Pompeu Fabra después de probarlo e intentarlo en los conservatorios. Es muy duro romper con las tradiciones incluso siendo un conservatorio nuevo es muy difícil. En el contexto anglosajón no es tan difícil. En Estados Unidos o en Inglaterra, la música forma parte de las universidades y por tanto, la interdisciplinaridad ya está. El poder hacer titulaciones entre varios departamentos es más fácil, pero en el contexto europeo tradicional alemán, francés, español o italiano, es muy difícil cambiar la tradición del estudio de la música e introducir un tipo de estudio, un tipo de aproximación que requiere de una enseñanza y gestión de la música distinta. Entonces, es muy difícil en los ámbitos puramente musicales introducir estos cambios o estas nuevas maneras de tocar, de estudiar y de hacer investigación.
De alguna manera la tradición está ahí, no se mueve. Una vez fui a un congreso de la Sociedad de Investigación de Musicología Alemana en Berlín, un evento súper grande, súper internacional y que convocó a un montón de gente de todo el mundo. Lo que más me sorprendió fue que todo era en alemán. ¡Todo! Entiendo que estuviéramos en Alemania, pero era un congreso internacional y había solo un puñado de conferencias en inglés, el resto todo era en alemán. Había mucha gente de otros países que habían venido y que no necesariamente hablaban alemán o cuyo nivel de alemán no era muy alto como para entender lo que se decía en un lenguaje académico, incluso había un profesor de Harvard ahí que tampoco hablaba alemán…
Claro, es que la musicología nació en Alemania, entonces cuando vas a congresos de musicología, aún hay una parte en alemán, incluso en los internacionales que es brutal…
La tradición es fuerte, ¿no?
Sí [ríe].

Hablando de musicología, un término que me parece súper interesante e innovador, es el término Computational Musicology o musicología computacional. ¿Me podrías decir qué es y cómo se aplica?
Está claro que los términos son cosas que van apareciendo, van cambiando y son a veces oportunidades de plantear una aproximación nueva. En el tiempo ha habido distintas terminologías que se han utilizado, por ejemplo, la musicología sistemática o computer music o tecnología musical. A mí la musicología computacional me gusta y no es nada nuevo, ya que existe también la lingüística computacional, por ejemplo. Por tanto, de alguna manera, esta enfatiza la metodología dentro de la disciplina de la musicología. O sea, lo que estamos diciendo es musicología y como herramienta para entender la música, para estudiar los problemas que queremos afrontar, utilizamos metodologías computacionales simplemente. No es un nuevo ámbito de investigación, sí que lo representa, porque está claro que los tipos de problemas que puedes afrontar con medios computacionales son distintos y han de ser distintos porque los puedes utilizar con tecnologías de otros tipos. Por tanto, para mí es una terminología que va en el sentido de decir no, no hacemos musicología, queremos entender la música, queremos estudiar el fenómeno musical, pero la metodología que utilizamos es muy importante, tan importante que definimos una subcategoría dentro de la musicología.
Entonces, esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la musicología… ¿hay que ser un experto en tecnologías como para usarlo?
No. Como cualquier disciplina interdisciplinar, siempre hay una gradiente de perfiles y de maneras de trabajar. Está claro que, si la musicología computacional se trabaja dentro de un departamento de musicología tradicional, pues la parte computacional será pequeña y no pondrás énfasis en el desarrollo de las herramientas, sino pondrás énfasis en el uso de herramientas existentes. Nosotros en nuestro contexto dentro del departamento de Ingeniería, ponemos énfasis en el desarrollo de las metodologías computacionales.
¿Qué le podrías recomendar a un músico (clásico o popular) o musicólogo que esté interesado en la tecnología musical y la innovación, pero que no tenga estudios previos de tecnología o que no sepa crear algoritmos, por ejemplo? ¿Cuáles serían los pasos para entrar a este mundo de la tecnología musical?
Bueno, depende de lo que quiera hacer. Está claro que puede aprovechar herramientas existentes y ser usuario de estos programas, de estas tecnologías, de estos entornos que pueden haber o pueden meterse más a nivel de programación y entrar en más detalle. Yo creo que hay que entrar un poco en detalle, sobre todo ahora con los sistemas o las aplicaciones existentes, ya que no te permiten hacer demasiadas cosas de investigación sofisticada. Como usuario sí, pues entras en un repositorio y puedes utilizar la inteligencia para hacer búsquedas un poco sofisticadas de los contenidos, pero no puedes hacer mucho más. Si quieres hacer búsquedas o quieres, digamos, hacer análisis de un repertorio musical determinado que sea una contribución relevante a nivel de investigación, pues hay que programar y hay que trabajar desde organizar corpus y organizar datasets que no están hechos y para hacerlos se requiere una cierta competencia computacional. En la investigación actual de musicología computacional, los retos principales sinceramente están en la creación de datasets y de corpus, es decir, en poder tener datos bien organizados, bien catalogados, que permitan después hacer el análisis computacional encima. Pero el dataset, el corpus por él mismo, ya es investigación, es muy, muy valioso y es un esfuerzo que a veces mucha gente no quiere hacer porque igual es un poco pesado.
Es repetitivo también…
Sí, pero es donde están los retos y es donde puedes aportar más avance y hacer cosas que puedan tener un impacto mayor. No hay corpus, no hay datasets para poder hacer musicología computacional que pueda competir digamos, con otros ámbitos de conocimiento.
Eso ya es un poco más sofisticado para un músico. ¿No sería mejor hacer una colaboración, por ejemplo, entre un músico y un ingeniero?
Bueno, lo otro es esto. Está claro que el típico trabajo de musicología es muy individual. En nuestro ámbito eso es imposible, y por tanto nosotros colaboramos con muchos musicólogos. Estas colaboraciones son muy fructíferas. Para los musicólogos que les interesa ese tipo de herramientas, la otra posibilidad es colaborar con grupos como el nuestro, el MTG, donde podemos encontrar problemas que sean de interés para los dos. Uno de los temas más musicológicos que trabajamos, por ejemplo, es la música india. Llevamos bastantes años trabajando y hemos colaborado con muchos musicólogos y músicos que nos ayudan a crear los datos, analizarlos, extraer conclusiones, etc. En temas más relacionados con pedagogía musical, estamos trabajando también para poder analizar las interpretaciones de los estudiantes y poder ayudar a dar feedback, pues aquí también colaboramos con pedagogos, músicos, etc.
O sea, el salto para un músico no tiene que ser tan drástico ni tiene que transformarse en informático de la noche a la mañana…
No, no, ni mucho menos. Al final son grupos interdisciplinarios y hay que saber trabajar en grupos de interés interdisciplinarios y colaborativos que a muchos músicos les cuesta, porque están acostumbrados a estar solos todo el tiempo.
Claro, la mayor parte de la vida de un músico es estar en solitario estudiando, preparando los conciertos, etc….
Sí, sí.
Para ir terminando, ¿cómo ves el futuro de la tecnología musical?
Bueno, estamos en un momento fantástico, la verdad. Y para mí una de las cosas más fantásticas que hay es que está claro que estamos en el momento de la inteligencia artificial, un momento donde estas tecnologías están en manos de todo el mundo y hay un debate social sobre esto. ¡Esto es fantástico! Cuando estás en un ámbito de investigación que está en boca de todo el mundo, es mucho mejor que estar en una biblioteca en tu tema y que a nadie le importe un rábano lo que estás haciendo. Entonces, estar en un tema que puedo hablar con mi madre, que pueda hablar con quién sea de la calle y que entiende lo que estamos haciendo y que yo tenga la responsabilidad de hacer algo que sea útil para él o para ellos o para ellas, yo creo que es una situación fantástica. Estamos haciendo cosas que tienen utilidad, que pueden ser peligrosas, que tienen sus retos, pero que están en la realidad social de ahora y que es más interdisciplinaria que nunca. Estamos utilizando las mismas herramientas que utilizan los biólogos, los ingenieros aeronáuticos o quién sea, y además compartimos herramientas, entonces, estamos en un ámbito que no está aislado de todo, sino que estamos en medio de lo que está pasando tanto a nivel social como a nivel científico y tecnológico.
Mira, nunca lo había pensado así, que todas las ciencias estén a la par en cuanto a las metodologías, temáticas, usos, beneficios y que tú puedas ser parte de él también, ¡es Increíble! ¿Le auguras entonces un buen futuro?
Sí, sí, ¡claro!
¿Cuáles son tus plataformas musicales favoritas?
A ver, yo utilizo Spotify [ríe]. Sé que habría de diversificar…yo escucho música clásica por sobre todo y sí, hay plataformas que igual estarían mejor o plataformas europeas, pero bueno, la comodidad puede –gana– y al final utilizo Spotify .
Es que está todo ahí, además es fácil de usar [ríe]. Ahora sí, la última pregunta, ¿cuál es tu álbum, compositor, pieza musical favorita? ¡Puede ser de música clásica o popular…lo que sea!
El “Cuarteto para el fin de los tiempos” de Messiaen.
¡Wow!, es música súper densa. No es para escucharla en el baño mientras te duchas…
¡Esto no! [ríe], es de las piezas que escucho de vez en cuando […] siempre la voy escuchando…
¿Qué significado tiene? ¿Te trae algún recuerdo específico?
Yo toco el cello, entonces ahí el cello tiene un papel muy importante y la historia que hay detrás…sí, sí. ¡Me gusta mucho!
No me esperaba esa respuesta, así que ha sido la sorpresa del día. ¡Muchas gracias por tu tiempo para hacer esta entrevista!
¡Muchas gracias a ti!

Si no estás familiarizado con el “Cuarteto para el fin de los tiempos” del compositor francés Olivier Messiaen (1908-1992), te presento una versión para que puedas conocer esta intrigante obra musical.

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